sábado, 3 de abril de 2010

LA LEY DE HERODES


Es la historia de la corrupción de los funcionarios mexicanos al finalizar la revolución. Hace patente cómo en México el sistema priista se traga a los ciudadanos, por mejores intenciones que tengan al principio. Ahora vemos cómo no solo es un problema del PRI, sino del sistema del Estado Mexicano.
Los individuos llegan al poder y bajo el gobierno del Presidente Miguel Alemán, llevan el lema de modernidad y paz social. La modernidad tiene como fin el concretar los ideales revolucionarios y ayudar a que el País salga adelante, acabar con la corrupción y con el desorden de los inconformes (a muchos años de eso, todos los mexicanos lo seguimos esperando).
Se refleja como los priistas ponen en el poder a personas a las que puedan manejar y que no sean muy listos.
Los individuos llegan al poder con ideales políticos y se ve cómo pretenden efectivamente acabar con la corrupción de los funcionarios que se aprovechan para hacer negocios y servirse a costa del pueblo.
Bajo la idea de que el país necesita patriotas de verdad, los funcionarios nuevos llegan a sus puestos pretendiendo hacer las cosas bien, pero en el intento se dan cuenta de que la sociedad tiene tan arraigada la corrupción, que les va a dar mucho trabajo cambiar la percepción y los manejos que tienen.
Lo que pretenden los políticos medianos es ayudar a los de arriba en un sistema de subordinación y lo único que piden es que no haya problemas y nombran a cualquiera (incluso sin instrucción alguna) en puestos políticos en pueblos como San Pedro de los Aguaros, para que intenten no meterse en problemas y no dar mala impresión hacia el exterior. De repente me acordé de “Juanito”, no sé porqué (jajaja).
En la película se distingue cómo en algunas partes de nuestro país, la sociedad vive en la pre-modernidad, que son pueblos indígenas sin instrucción escolar alguna y cómo ello contrasta con las personas que ya están en el inicio de dicha modernidad. Es decir, no existió un corte tajante entre una época y otra, sino una etapa de transición. Esa situación no ha cambiado mucho en nuestros días, coexisten comunidades pre-modernas y modernas.
Cuando el nuevo funcionario (Presidente Municipal) llega a su oficina se encuentra que hay miles de asuntos pendientes que urgen y que existe un descontento generalizado entre la sociedad, ya que no existe democracia, no hay forma que gente que sí pretende luchar por el pueblo (fuera del partido priista), llegue al poder.
El funcionario se topa con que cada vez que pretende aplicar la ley en negocios ilegales, los dueños le ofrecen dinero y aún cuando al principio no lo acepta, termina por corromperse. Incluso el párroco del pueblo es un corrupto que acepta dádivas contra perdones espirituales.
También al principio el funcionario tiene planes para ayudar al pueblo, como arreglar la escuela, la calle, el drenaje, luego una presa o una carretera que comunique a San Pedro con la Capital; pero al encontrarse con que no hay presupuesto para ello, recurre a sus superiores, quienes en lugar de apoyarlo le indican que el dinero es para las elecciones y lo incitan a ejercer la corrupción (el que no transa no avanza), eso sí mediante la aplicación de la ley y mediante el uso de la fuerza física. Además se le informa que, como pasaba antes, como Presidente Municipal, está investido de las tres funciones de gobierno.
También se establece cómo los funcionarios se enferman con el poder y cometen homicidios, tortura, cambian declaraciones y manejan la Ley como les place con el fin de obtener recursos para sí mismos. Total que, como dicen, en la política todo se vale.
Lo peor de la película es que se refleja que el político corrupto, en lugar de ser castigado, se le premia con ser Diputado Federal y ese es el tipo de funcionarios con los que cuenta nuestro país, lo que no ha cambiado mucho hasta este momento.

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